Me encuentro ante un
semáforo rojo de estos interminables donde se acumula una
aglomeración de gente. De pronto un sujeto se pone a hablar alto, se
ve que lleva un pequeño auricular en la oreja, habla del trabajo, la
familia, sin ningún pudor. Pero lo más sorprendente es que nadie se
inmutaba, todos actuaban con absoluta normalidad. Hace no mucho
tiempo si alguien se hubiera puesto a hablar sólo, todo el mundo
hubiese girado la cara o apartado, y le tildarían de loco. Cruzo
el semáforo, caminando por la calle donde hay mucho tránsito de
gente. De pronto observo que un porcentaje altísimo de transeúntes
están con su objeto, el teléfono móvil, escribiendo, hablando como
sujetos aislados en una burbuja. Tuve la sensación de una tremenda
soledad. ¿Qué es ese objeto en nuestras vidas, que función cumple?
¿Pasa a ser el “objeto A”?
No
hace mucho vi a una adolescente de quince años, derivada de su
pediatra, con diagnóstico de depresión que no se sabia muy bien a
que era debida, lo atribuían a un mal rendimiento escolar, que ha
perdido un curso, etc... Los padres la castigaron retirándole su
teléfono móvil.
En
las primeras sesiones no tenía ganas de hablar, estaba enfadada,
venia un poco en contra de su voluntad, pero poco a poco empezó a
hablar, y habló de su teléfono móvil, y del enfado que tenia con
sus padres. Le regalaron el primer teléfono cuando tenia nueve
años... a sus padres les daba seguridad. Lo más sorprendente fue
escuchar decirle que le habian dejado sin vida:
“Toda
mi vida está en el teléfono: mi novio, mis amigos, mi chat, mi
música. Estoy como excluida de todo, no me apetece salir, ni ver la
tele, estoy muy triste y sola. Cuando veo a mi novio me resulta más
facil comunicarme con él con mi móvil pues cuando estamos juntos no
sé que decirle. Con los emoticonos puedo buscar uno que exprese mi
estado de ánimo, si estoy alegre, enfadada...”
Después
de unas cuantas sesiones les dije a sus padres que le devolvieran el
teléfono, acompañado de unas reglas y normas que tenía que
cumplir. Así empezamos a trabajar la relación con el otro sin
arrancarle lo que ella definía como “la vida”. Me han
dejado sin vida. Esta etapa de
la adolescencia es como el Arco Iris que a veces es difícil definir
donde empieza un color y acaba el otro. Requiere estar muy atentos a
lo que dicen.
Y yo escuché esto que me contaba no como una adicción de persona
adulta, lo escuché como la relación con el otro que tenía que
pasar a través de un intermediario. Ésa es la funcion que cumplia
el teléfono móvil: de intermediario, traductor, Celestina, etc...
Eso era lo que la apaciguaba, porque estamos hablando de alguien que
ya nació con las nuevas tecnologías, en la era digital. En lo real,
lo simbólico, lo imaginario de cada sujeto en la cadena del
significante, hay que enfrentarse a una nueva posición subjetiva
respecto al mundo de quien nace en esta era. ¿En que posición
subjetiva van a estar con estas nuevas tecnologías llenas de
objetos? ¿Qué efecto producirán en su estructura psíquica? ¿Serán
más neuróticos? ¿Habrá más psicóticos? ¿Qué pasará con la
metáfora paterna? ¿Y con la Ley del Padre? ….
Recomiendo
la lectura del texto de J.Alain Miller “En dirección a la
adolescencia” y el Seminario 3 de J.Lacan “Las Psicosis” y el
5, “Las formaciones del inconsciente”. De S. Freud “Malestar en
la cultura”.