viernes, 22 de abril de 2016

La invasión del teléfono móvil

Me encuentro ante un semáforo rojo de estos interminables donde se acumula una aglomeración de gente. De pronto un sujeto se pone a hablar alto, se ve que lleva un pequeño auricular en la oreja, habla del trabajo, la familia, sin ningún pudor. Pero lo más sorprendente es que nadie se inmutaba, todos actuaban con absoluta normalidad. Hace no mucho tiempo si alguien se hubiera puesto a hablar sólo, todo el mundo hubiese girado la cara o apartado, y le tildarían de loco. Cruzo el semáforo, caminando por la calle donde hay mucho tránsito de gente. De pronto observo que un porcentaje altísimo de transeúntes están con su objeto, el teléfono móvil, escribiendo, hablando como sujetos aislados en una burbuja. Tuve la sensación de una tremenda soledad. ¿Qué es ese objeto en nuestras vidas, que función cumple? ¿Pasa a ser el “objeto A”?

No hace mucho vi a una adolescente de quince años, derivada de su pediatra, con diagnóstico de depresión que no se sabia muy bien a que era debida, lo atribuían a un mal rendimiento escolar, que ha perdido un curso, etc... Los padres la castigaron retirándole su teléfono móvil.

En las primeras sesiones no tenía ganas de hablar, estaba enfadada, venia un poco en contra de su voluntad, pero poco a poco empezó a hablar, y habló de su teléfono móvil, y del enfado que tenia con sus padres. Le regalaron el primer teléfono cuando tenia nueve años... a sus padres les daba seguridad. Lo más sorprendente fue escuchar decirle que le habian dejado sin vida:

“Toda mi vida está en el teléfono: mi novio, mis amigos, mi chat, mi música. Estoy como excluida de todo, no me apetece salir, ni ver la tele, estoy muy triste y sola. Cuando veo a mi novio me resulta más facil comunicarme con él con mi móvil pues cuando estamos juntos no sé que decirle. Con los emoticonos puedo buscar uno que exprese mi estado de ánimo, si estoy alegre, enfadada...”

Después de unas cuantas sesiones les dije a sus padres que le devolvieran el teléfono, acompañado de unas reglas y normas que tenía que cumplir. Así empezamos a trabajar la relación con el otro sin arrancarle lo que ella definía como “la vida”. Me han dejado sin vida. Esta etapa de la adolescencia es como el Arco Iris que a veces es difícil definir donde empieza un color y acaba el otro. Requiere estar muy atentos a lo que dicen.

Y yo escuché esto que me contaba no como una adicción de persona adulta, lo escuché como la relación con el otro que tenía que pasar a través de un intermediario. Ésa es la funcion que cumplia el teléfono móvil: de intermediario, traductor, Celestina, etc... Eso era lo que la apaciguaba, porque estamos hablando de alguien que ya nació con las nuevas tecnologías, en la era digital. En lo real, lo simbólico, lo imaginario de cada sujeto en la cadena del significante, hay que enfrentarse a una nueva posición subjetiva respecto al mundo de quien nace en esta era. ¿En que posición subjetiva van a estar con estas nuevas tecnologías llenas de objetos? ¿Qué efecto producirán en su estructura psíquica? ¿Serán más neuróticos? ¿Habrá más psicóticos? ¿Qué pasará con la metáfora paterna? ¿Y con la Ley del Padre? ….

Recomiendo la lectura del texto de J.Alain Miller “En dirección a la adolescencia” y el Seminario 3 de J.Lacan “Las Psicosis” y el 5, “Las formaciones del inconsciente”. De S. Freud “Malestar en la cultura”.