miércoles, 9 de septiembre de 2020

Lo insoportable de lo real y la negación

Unos 1.500 negacionistas inician las protestas contra las restricciones en Berlín

Lo insoportable de lo real y la negación  



Estamos viendo últimamente manifestaciones en muchas ciudades del mundo, a los negacionistas del coronavirus que están en contra de las mascarillas, niegan las vacunas, que dicen que todo es una conspiración, y suelen estar también con grupos de extrema derecha. Cabe preguntarse cómo algo tan evidente se puede negar.

El ser humano es muy complejo y hay muchas presonas que niegan lo que sea a antes de aceptar que lo real no gusta. Es un acto de inmadurez, el ponerse de perfil ante la realidad, porque tienen que aceptar que la muerte también está ahí. Es una pandemia, como tantas otras que ha habido en la historia, la que está asolando el planeta y aunque intentemos buscar conspiraciones paranoicas, el virus sigue ahí, y aunque no guste tiene al planeta prisionero.

Lo primero que siente el ser humano ante una situación como ésta es miedo e incertidumbre y los negacionistas no quieren que nada mueva su calidad de vida, que ésta se ve mermada por lo real.

La inmensa mayoría de los seres humanos, la gente normal con sentido común, lo aceptan con humildad, pues no queda otra. Lo que suelen pensar de los negocianistas es que es falta de inteligencia, o que son incultos, pero sería bueno agregarles el calificativo de cobardes ante la realidad.

Pero cuando salen personas a favor de los negacionistas con sus paranoias hablando de conspiraciones como apuntabamos antes, algunos influencers o famosos como Miguel Bosé, a los que siguen en la red tantos fans, el tema preocupa. Tenemos que respetar la libertad de expresion, siempre y cuando se entienda que estamos en una situación de pandemia que trae sufrimiento, dolor y muerte, y que es una crisis sanitaria que arrastra también una crisis económica y social sobre todo para los más desfavorecidos. Esta pandemia como tantas cosas en la vida nos da una lección de lo que es perder. Ante algo así no se puede dejar a los cobardes que campen a sus anchas por el planeta sin preocuparse y que con su irresponsabilidad alimenten y extiendan más la "Covid-19".


Yo pienso que tanto la prensa, como en cierta manera la justicia, que sobre todo tiene que cuidar la salud de todos los ciudadanos, no deben ser tan tolerantes con esta gente que por su cobardía ponen en peligro la salud de los demás.



 

miércoles, 27 de mayo de 2020

Pandemia: Recuerdo a nuestros mayores

A lo largo de la historia la humanidad ha padecido numerosas pandemias, todas ellas devastadoras para el ser humano. Siempre con gran sufrimiento y diezmando la población, de todas ellas el ser humano va aprendiendo algo, modificando comportamientos y avanzando en la ciencia.

Parecía que con la vacuna de la viruela, pandemia que costó la vida a 300 millones de personas, ya ibamos venciendo estas enfermedades, pero cuando llego el VIH cogió al ser humano fuera de juego. No sólo no había vacuna para este virus, sino que era mortal para todo aquel que se contagiara (vacuna que aún no existe, sólo hay un tratamiento) Fallecieron del VIH de 28 a 30 millones de personas, una pandemia de los años 90.

Ya hubo otros coronavirus como MERS que se erradicaron con baja mortalidad; el coronavirus actual, denominado Covid-19, es de gran transmisión y muy letal para las pesonas mayores o con patalogias previas.

En España se cebó con las residencias de ancianos, esas generaciones en las que muchos habían vivido una guerra, una posguerra con hambruna, y una gran lucha para sacar a sus familias adelante.
Y ahora al final del camino, sin miedo a la finitud, con sus rutinas tranquilas, en sus mecedoras, sentados en sus bancos con amigos, con sus conversaciones, sus paseos, sus juegos de cartas, etc... y sobre todo con las caricias y mimos de sus familiares, de repente se encuentran con el COVID-19, donde los que lo padecen se ven metidos en una escena de angustia casi apocalíptica para ellos, en esas urgencias abarrotadas, esas habitaciones plenas de aparatos y cables, los sanitarios vestidos con esos trajes para ellos de astronautas ( el tema de los sanitarios sería otro artículo porque nos han dado una lección de vida, han demostrado unas profesionalidad y amor y cuidados al otro, está claro que es una profesion vocacional, vaya mi admiración hacia ellos).

Este es mi homenaje a los ancianos, y como a veces no hay palabras para lo imposible, lo que no se puede describir, encuentro en esta poesía de Gustavo Adolfo Bécquer las palabras que pueden decir lo que sintieron.

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda, próximo a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena, en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?
¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?

Rima LXI:Al ver mis horas de fiebre. G.A.Bécquer

domingo, 29 de marzo de 2020

El coronavirus y sus consecuencias

Covid-19

 

Estos días he leído artículos de algún filósofo o lingüista donde aprecian como el término "guerra" es utilizado incorrectamente en esta crisis sanitaria, pues consideran que esto es una "catástrofe", como si fuera un terremoto o un tsunami. Llamar al fenómeno una "guerra" les parece frívolo. Pues en la guerra hay un enemigo humano, ellos creen que se da al virus una categoría que lo humaniza. En una guerra es evidente que se enfrentan entre los de la misma especie. Aconsejo buscar en el diccionario todas las acepciones del término "guerra".

Hacen una correcta exposición y sobre esto no tengo nada que decir, pero ellos matizan que no se debe utilizar el término "guerra" como una metáfora en esta pandemia. Yo desde mi saber como lacaniana, que estudio el lenguaje desde los orígenes de la construcción del sujeto, pues justo es sujeto porque su psique construyó el lenguaje, me pregunto, ¿cómo utilizar correctamente el lenguaje?. Aquí entramos en arenas movedizas, los humanos somos distintos de otros seres que compartimos el planeta. Y vamos a centrarnos en los virus. Ellos quieren subsistir y para eso necesitan células, huéspedes que los mantengan. No voy a escribir sobre el VIH, que justo buscó la célula linfocito-T donde el ser humano tiene sus defensas para poder vivir.

Este coronavirus es digno de estudio, ha desarrollado un sistema de contagio impresionante. Justo cuando la patología se agrava, entra en los alveólos pulmonares donde se acaba acomodando, y los destruye aprovechando los huéspedes de edad avanzada, y con la muerte del huésped se extingue, el virus se "suicida". Evidentemente no son humanos, parece que la forma que tienen de existir es paradógica: a los niños y a los jóvenes los utilizan de huéspedes, y en las personas mayores puede ser letal, es como si fuera una forma de hacer selección de especie. No son humanos pero luchan para buscar huéspedes para seguir existiendo.

Me río de las guerras entre humanos, somos unos ingenuos, con todo el respeto a los de mi especie y sus ideales dogmáticos. Es evidente que en una guerra entre humanos se mata, se destruye, a veces por intereses políticos, a veces por una estúpida frontera. Y viene un virus deshumanizado que pasa las fronteras del planeta sin ningún pasaporte, no necesita visados, y aquí utilizo yo el término "guerra". El coronavirus, sin tener alma ni sentimientos consigue hacernos sentir insignificantes. A ellos sólo los podemos ver a través de un microscopio. Pero es evidente que nos ponen en pie de guerra; una catástrofe no hace sentir igual al sujeto, y no es una metáfora, ¿cuántas veces he oído a los pacientes ante enfermedades decir, "ganaré esta guerra, batalla a batalla"?, y yo no los corrijo, me parece correcto.

En este momento, con todo un país confinado, yo no encuentro apropiado utilizar el término "catástrofe", pues alarmaría mucho más a la población. El término "guerra" lo utilizamos a menudo. El cine lo ha sacado de esa categoría bélica: la Guerra de las Galaxias, la Guerra de los Rose, etc, y coloquialmente lo utilizamos muchas veces: esta familia está en guerra, estos niños no paran de guerrear, etc...

A mi entender el ser humano es muy fuerte pero muy frágil, y ahora hay que pensar cómo se utiliza el lenguaje. Yo aconsejaría leer "El malestar en la cultura" de Freud o algún seminario de Lacan referente al lenguaje. Evidentemente los filósofos y lingüistas son eruditos y puristas y los políticos demasiado dogmáticos. Los seres humanos no sienten esto que está pasando como una catástrofe ecológica o nuclear, no pueden evitar darle al virus la categoría de enemigo al que tienen que vencer. El ser humano es así, ante la muerte, ante la incertidumbre, y a la pregunta de la finitud , todos reaccionan de manera parecida. Esta mañana yo estaba escuchando a dos jóvenes sanitarios en su angustia. Ellos, que trabajan en la UCI, sentían que estaban en la guerra y les atacaba el virus COVID-19 aunque no sea de su especie. Les despertaba una angustia y una ansiedad desconocidas.

Tendríamos que reflexionar los seres humanos sobre nuestra actitud hacia el planeta, pues no vivimos solos, invadimos espacios de otras especies, de la selva, lugares que no nos pertenecen, los deforestamos. No soy bióloga ni científica pero sabemos que existen muchos coronavirus en otras especies animales, y estamos consiguiendo que muten y puedan invadir nuestro cuerpo y enfermarnos. Vamos, que podemos ser sus huéspedes. Creo que despúes de la actual pandemia, que ya ha habido otras, debiéramos de aprender que no todo vale. Dejemos que el orden de la vida fluya y que todos los seres que compartimos el planeta podamos convivir sin invadirnos unos a otros . Porque uno llega a pensar que tenemos todas las de perder.

En este confinamiento el ser humano está sintiendo una gran incertidumbre . Es importante plantearse los valores, lo que es necesario y lo que no es necesario. Paremos un poco, que estamos aquí de paso y no destruyamos el planeta, que es la casa nuestra y de nuestras generaciones venideras. Aprendamos y no olvidemos la lección que nos está dando esta pandemia.