domingo, 12 de febrero de 2023

14 de febrero

 14 de febrero no del amor del cupido, no del amor comercial, sí del amor.

Un 14 de febrero nació mi hijo Lucas, lleva muchos años sin estar con nosotros, era un amor. Cuando nació con su pelo rubio, pensé en el trigo. El ginecólogo me dijo que lo tuvo que desplegar porque era muy largo. Por las dos familias tenía a quien salir, pero yo no soy alta y el medía un metro noventa y tres.


Hoy quiero escribir sobre mis hijas y lo que escucho en casa de la terrible tragedia del seísmo de Turquía y Siria. Mi hija Lola es ingeniera, trabaja en la Aeronáutica. Mi hija Marta es arquitecta y escritora y pronto Doctora en Arquitectura. Las dos son políglotas. Lola tiene dos hijas, Marta tiene una hija, las dos son mujeres empoderadas. Su padre que es arquitecto, aunque procede de una familia patriarcal y machista, con la madre de sus hijos una gallega que referente a sus hijos siempre fue como una loba, en el buen sentido, siempre les he transmitido, que el techo de cristal era una patraña de los hombres. Son buenas técnicas, y saben donde dar el golpecito para romper el techo de cristal, al menos he querido transmitirle las herramientas para luchar contra eso. Cuando dicen que las mujeres no quieren estudiar las carreras técnicas, mentira, son esos padres machistas y esas mamás que les dicen -hija mía vete a letras- y ahora como mucho a medicina, que eso es un gran logro, pero faltan mujeres técnicas y científicas, que desde Marie Curie cuantos referentes tenemos.


Todos estos días me cuesta sostener y soportar las tragedias, tanto la de la guerra, como la del seísmo, porque todo se podría evitar, que aunque hay gente buena, hay mucho malvado. Estoy melancólica, porque siempre el 14 de febrero es para mi un día de flores en el cementerio y largos paseos, sintiendo un gran consuelo con mis hijas y mis nietas. Mi hija la mayor, que a veces es un poco cuadriculada, me dice -pues he hecho ingeniería y me gustaba la NASA porque tú nos levantabas de madrugada con el telescopio, a los tres, para ver el lucero del alba. Nos volvíamos a la cama los tres, y decíamos - tenemos una mamá un poco rara.- Con el tiempo me dijo que su elección de la profesión vino de ese telescopio y de mirar el espacio. Y Marta con 6 años, ya iba a visitas de obra con su padre, pero como es muy generosa, es una gran humanista y ha estudiado mucha filosofía, es una arquitecta que me llena de orgullo, porque piensa en el bienestar del otro. Y eso le hace una gran arquitecta. Yo creo en mi fantasía que esa parte suya tan humanista y escritora tan respetuosa, tiene que ver también con que su madre sea psicoanalista, con el amor a la madre. Siempre me dice que estoy analizando y reflexionándolo todo. Así que es lo que hay, para bien o para mal, tienen una madre psicoanalista.


Mi alma no deja de pensar en todos esos jóvenes que como mi hijo, que murió por un error médico, por la corrupción de un laboratorio, no tendrán futuro. Este es el capitalismo, donde las vidas humanas son lo de menos.


Ya voy siendo mayor y me cuesta soportar la perversión de mi especie.
Escribo esto después de escuchar como mis hijas y su padre están hablando de ingeniería y arquitectura, de la mala estructura de los edificios, de que esto podría ser evitado, hablan de hormigón, del hierro, y yo que soy como una esponja que me empapo de todo, decido retirarme a escribir, porque se me estaba poniendo un nudo en la garganta de tanta pena.