14 de febrero no del amor del cupido, no del amor comercial, sí del amor.
Un 14 de febrero nació mi hijo Lucas, lleva muchos años sin estar con nosotros, era un amor. Cuando nació con su pelo rubio, pensé en el trigo. El ginecólogo me dijo que lo tuvo que desplegar porque era muy largo. Por las dos familias tenía a quien salir, pero yo no soy alta y el medía un metro noventa y tres.
Hoy
quiero escribir sobre mis hijas y lo que escucho en casa de la
terrible tragedia del seísmo de Turquía y Siria. Mi hija Lola es
ingeniera, trabaja en la Aeronáutica. Mi hija Marta es arquitecta y
escritora y pronto Doctora en Arquitectura. Las dos son políglotas.
Lola tiene dos hijas, Marta tiene una hija, las dos son mujeres
empoderadas. Su padre que es arquitecto, aunque procede de una
familia patriarcal y machista, con la madre de sus hijos una gallega
que referente a sus hijos siempre fue como una loba, en el buen
sentido, siempre les he transmitido, que el techo de cristal era una
patraña de los hombres. Son buenas técnicas, y saben donde dar el
golpecito para romper el techo de cristal, al menos he querido
transmitirle las herramientas para luchar contra eso. Cuando dicen
que las mujeres no quieren estudiar las carreras técnicas, mentira,
son esos padres machistas y esas mamás que les dicen -hija mía vete
a letras- y ahora como mucho a medicina, que eso es un gran logro,
pero faltan mujeres técnicas y científicas, que desde Marie Curie
cuantos referentes tenemos.
Todos
estos días me cuesta sostener y soportar las tragedias, tanto la de
la guerra, como la del seísmo, porque todo se podría evitar, que
aunque hay gente buena, hay mucho malvado. Estoy melancólica, porque
siempre el 14 de febrero es para mi un día de flores en el
cementerio y largos paseos, sintiendo un gran consuelo con mis hijas
y mis nietas. Mi hija la mayor, que a veces es un poco cuadriculada,
me dice -pues he hecho ingeniería y me gustaba la NASA porque tú
nos levantabas de madrugada con el telescopio, a los tres, para ver
el lucero del alba. Nos volvíamos a la cama los tres, y decíamos -
tenemos una mamá un poco rara.- Con el tiempo me dijo que su
elección de la profesión vino de ese telescopio y de mirar el
espacio. Y Marta con 6 años, ya iba a visitas de obra con su padre,
pero como es muy generosa, es una gran humanista y ha estudiado mucha
filosofía, es una arquitecta que me llena de orgullo, porque piensa
en el bienestar del otro. Y eso le hace una gran arquitecta. Yo creo
en mi fantasía que esa parte suya tan humanista y escritora tan
respetuosa, tiene que ver también con que su madre sea
psicoanalista, con el amor a la madre. Siempre me dice que estoy
analizando y reflexionándolo todo. Así que es lo que hay, para bien
o para mal, tienen una madre psicoanalista.
Mi alma no deja de pensar en todos esos jóvenes que como mi
hijo, que murió por un error médico, por la corrupción de un
laboratorio, no tendrán futuro. Este es el capitalismo, donde las
vidas humanas son lo de menos.
Ya voy siendo mayor y me cuesta soportar la perversión de mi
especie.
Escribo esto después de escuchar como mis hijas y su
padre están hablando de ingeniería y arquitectura, de la mala
estructura de los edificios, de que esto podría ser evitado, hablan
de hormigón, del hierro, y yo que soy como una esponja que me empapo
de todo, decido retirarme a escribir, porque se me estaba poniendo un
nudo en la garganta de tanta pena.