Opiniones

Deshaucios


En una tertulia unos arquitectos jóvenes me preguntaron mi parecer sobre los desahucios.

Mi opinión sobre este tema es que es una gran inmoralidad. El hogar, la casa de uno, es como la continuación de su piel, el refugio, el claustro donde uno descansa de los avatares de la vida, donde puede apaciguar su angustia...

Pero el Estado tiene que dar seguridad a sus ciudadanos. La Constitución dice que “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. El Estado tiene que velar para que la sociedad no caiga en la ferocidad de los mercados financieros. El ciudadano siente que está en una guerra, una guerra sin bombas que te mutilen, pero una guerra que merma la dignidad del ser humano. Y como siempre, los más desfavorecidos son pasto de esta locura.
La gente cuando sale a la calle debería sentir que vive en un país donde el Estado les recoge y les protege, y realmente ése es su cometido, no devorarlos.

Porque, ¿con qué derecho se entra a un hogar a desahuciar a unos padres que han avalado una hipoteca a su hijo, que tan fácilmente le han dado los bancos, y le arrancan de su hogar, que probablemente sea la casa familiar, de su linaje... O un padre y una madre que tienen que decir a sus hijos, hemos fracasado, me siento impotente porque nos echan de nuestra casa, te tienes que ir de tu habitación. Se están violando sus derechos, y el Estado tiene que cumplir con su función, que es proteger a las personas como un padre protege a sus hijos. Tiene que velar por su bienestar, su calidad de vida.

El Estado hace dejación de sus funciones cuando desprotege a los ciudadanos y apuesta por el dinero, hace que el dinero esté por encima. El dinero es el objeto a proteger, en vez de facilitar el acceso a la vivienda, la sanidad, la educación...., en detrimento de la vida humana. Cuando convino a los poderosos se quiso hacer un mundo ficticio a base de consignas como “comprar, comprar que así compráis la felicidad.” La felicidad, esa entelequia.... cada sujeto tiene un recorrido vital con sus angustias, ansiedades, intentando soportar lo que conlleva la vida. Los seres humanos compartimos el mundo con canallas y desalmados que hacen la vida en tantos lugares sea una vida terrible llena de sufrimientos.


Prudencia ante la demagogia. Mentes asesinas.



 A veces se quiere usar con fines políticos algo tan trágico como es que alguien sea asesinado por el odio de otra persona. A lo largo de la vida ocurre en ámbitos familiares, cuando un hombre asesina a su mujer, en otros casos por la herencia, por los lindes de una finca... El odio y la inquina pueden llevar a un sujeto, que no es en principio un psicópata ni un asesino, a un acting out (pasaje al acto), donde su obsesión sólo puede ser apaciguada con la muerte del otro.

En el caso de la mujer de León, el hecho de que ella fuese política no es relevante, hubiera podido darse en cualquier otro ámbito social. Es la relación de odio la que ha arrastrado a estas mujeres. Por eso no puede banalizarse un acontecimiento tan trágico. Por respeto a sus familias, la política no puede sacar provecho de una tragedia. En este caso una mujer murió y las otras han destrozado su vida, su futuro, pero la que más perdió es la que perdió la vida. No hay que juzgar si el ser humano es malo o bueno; hay personas generosas, canallas, los hay bondadosos, generosos, dictadores y sumisos, etc...

Esto no es motivo para que ocurran estos hechos, y suerte que no ocurren tan a menudo. Porque los seres humanos tienen dispositivos de seguridad, saben que el que lo hace se destroza la vida y no existe el crimen perfecto, y menos en estructuras neuróticas. Aunque esta mujer lo tuviera preparado, está claro que estaban alienadas al odio, porque tardaron en cogerlas 5 minutos. El crimen perfecto lo haría un psicópata frio y calculador que mediría cada paso, inteligente y depredador. Se dice que no existe el crimen perfecto, porque no nos enteramos de cuando realmente ocurre. El psicópata no flaquea porque no se conmueve por nada...mejor que no se cruce ninguno en nuestras vidas.
               
Las mentes criminales.

Para la Justicia la víctima es invariablemente, inocente, y el criminal es invariablemente, culpable. Pero ¿cuál es la diferencia radical entre una persona que mata y la que no lo hace?.

En el perfil de un asesino se incluyen factores como temores, frustraciones y depresión, entre otros. Sin embargo en el homicidio hay algo más que el acto violento del matador, está la víctima y el vínculo entre ella y el homicida.  ¿Que papel representa la víctima en el crimen? La persona muerta representa en algunos casos, un papel inconsciente en su propia muerte. En una primera fase, la victima puede alienarse al criminal sin ser consciente de ello. Este proceso mental no es aplicable a crimenes múltiples como el de Noruega, o el ataque al colegio en EEUU, donde hay factores de índole social e ideológica y entran en juego la paranoia y otros registros.

Debido a esta relación compleja entre criminal y víctima, deben estudiarse sus aspectos en una "victimología comprensiva". En un crimen de este tipo a menudo hay factores que pertenecen al desarrollo emocional y social de la persona que resulta víctima de un crimen. En muy raras ocasiones se da el caso que la mente humana se encuentra simplemente obsesa por el impulso de matar. En muchos casos el homicidio es provocado o estimulado inconscientemente por la víctima.

Y esto le viene bien al asesino, estimula su mente criminal. Cuando las emociones por lo general reprimidas son provocadas, avivadas, agitadas o activadas, la persona, sobre todo si se encuentra en un estado particular de excitación o frustración, se vuelve violenta. Y de este modo, una persona en apariencia normal y equilibrada, es poseída de pronto por el impulso de matar.

El homicidio moviliza dentro del ser humano toda una red de emociones  inconscientes y contradictorias. Al veces el deseo de muerte está dirigido originariamente contra el propio YO de la persona (suicidio), pero el homicidia, temeroso de matarse, mata a otra persona en su lugar. En estos casos al matar a otro ser humano, lo que hace es librarse del temor a la muerte que nos pisa los talones.

Cuando una persona recurre a la violencia lo hace con el fin de obtener poder. El odio que se acumula gradualmente durante largo tiempo se convierte en un conflicto fijo en la mente del asesino. El que una persona neurótica o psicótica se convierta en asesino dependerá en última instancia de la medida en que esté relativamente libre de conflictos emocionales, o de su capacidad para resolverlos.

Para comprender el homicidio debemos hacernos una pregunta básica: ¿cual es el verdadero motivo? Criminal y víctima obran uno sobre otro inconscientemente, hay una correspondencia entre el acto violento del homicidio y la pulsión libidinal entre los dos sujetos, la victima y el criminal.

En el crimen de León, la asesina no pensó en su hija, la utilizó para alimentar su mente criminal. El amor a su hija le hubiera apaciguado el odio a su víctima por simples disputas laborales o de poder. Si el amor hubiera sido más grande que el odio a su víctima,  hubiera protegido a su hija de todo ese entorno. La victima subestimó la inquina de su adversaria, las dos fueron en su relación al límite violento, y la asesina se convirtió en una mente criminal.

Para evitar convertirse en una víctima es prudente no vincularse emocionalmente con personas potencialmente peligrosas para su vida. De un modo inconsciente, el asesino demuestra a su victima que tiene el poder de matar. Cuando se percibe esa violencia en el otro debe uno siempre retirarse de una relación destructiva que, en casos como éste, acabó en asesinato.